TRATAMIENTOS

Endodoncia

El tratamiento de conducto radicular, también llamado relleno radicular o simplemente endodoncia, implica la eliminación de la infección en el interior del diente, es decir de la cavidad pulpar, cámara y de conductos radiculares. ¿El objetivo? Limpiarlos cuando la pulpa ha sufrido algún daño o pulpitis irreversible. Conlleva la extracción de la pulpa o lo que queda de ella después de un daño, por lo general, tras una caries, trauma o enfermedad periodontal.

Las infecciones en la pulpa pueden ser el resultado de diferentes procesos:

• Progreso de caries no tratadas que llegan hasta la pulpa o la infectan a través de los túbulos dentinarios.
• Inflamación irreversible de la pulpa por coronas o empastes defectuosos.
• Una fractura o astillamiento de un diente.
• Un daño por trauma (accidentes por golpes, caídas, etc.).

Tu dentista normalmente comenzará tomando una radiografía del área afectada, para determinar la extensión de la infección, si se limita solo a un diente o si se ha dispersado a las estructuras circundantes.

Esto permitirá al endodoncista determinar:
¿Cuántos conductos tiene el diente afectado? uno o varios conductos (multirradicular).
¿Dónde están ubicados? Los molares y premolares son más complejos por su ubicación.
La extensión de la lesión.
El plan de tratamiento y una estimación del tiempo que debe durar.
A partir de entonces, el odontólogo puede planificar el tipo de tratamiento y explicarte qué puedes esperar. Ten en cuenta que si el diente que está afectado resulta ser una muela del juicio, habrá algunas situaciones en las que tu dentista optará por extraerla en lugar de realizar un tratamiento de conducto.
La prioridad principal de tu odontólogo debe ser preservar el diente natural. Pero a veces salvarlo resulta imposible y hay que realizar una extracción.

¿Qué durabilidad tiene una endodoncia?

La endodoncia es una práctica común dentro de los procedimientos dentales y presenta una alta tasa de éxito. Alrededor del 85% de los tratamientos duran por lo menos de 8 a 10 años en los pacientes que mantienen una buena higiene oral. Muchos podrían durar más que eso, llegando hasta ser permanentes.

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